Capilla Sixtina
Como ya os decía el Coliseo, la Fontana de Trevi y San Pedro del Vaticano son los tres símbolos de Roma. Pero el impacto que produce en el visitante la contemplación de los frescos de la Capilla Sixtina, no tiene comparación con cualquier otro monumento de la capital italiana.
En la cultura popular, decir «es la capilla sixtina» de cualquier cosa, significa que es lo máximo que puede alcanzar. Y no es para menos. Esta estancia es una de las cimas del arte de todos los tiempos.
Qué ver en la Capilla Sixtina
La parte inferior de las paredes laterales está decorada con falsos cortinajes de oro y plata con emblemas de Sixto IV. En la mediana, aparecen los episodios de la vida de Moisés y Jesús. Y encima se encuentran los Papas. Todo ello es coronado por los ancestros de Cristo y por fin la bóveda con las escenas del Génesis.
Sixto IV fue el Papa que mandó construir esta sala rectangular con bóveda rebajada (1475-1481), de ahí el nombre de la capilla. De esta época datan los frescos de las paredes laterales y del altar que incluyen obras de Botticelli, Perugino, Ghirlandaio y Pinturicchio, varios de los pintores más importantes del Quattrocento italiano.
Te recomiendo, atento visitante, que no te olvides de observar estos frescos. Es cierto que el mito está asociado a la posterior intervención de Miguel Ángel, pero varias de estas piezas son obras maestras, especialmente Las Tentaciones de Cristo de Botticelli y La entrega de las llaves a San Pedro de Perugino.
Fue Julio II el que continúo con la decoración de la capilla contando con uno de sus protegidos: Miguel Ángel. El artista florentino apenas tenía 30 años (1508-1512) cuando acometió la primera fase de su mítica intervención en la Sixtina.
Sustituyó la original bóveda celeste estrellada por un ciclo narrativo del Génesis, incluyendo la memorable Creación de Adán. Destacan, así mismo, las escena del Pecado Original y la Embriaguez de Noé. También se ocupó en esta fase de las figuras de sibilas y profetas del nivel inferior. Todas ellas piezas muy reproducidas.
Llegado a este punto no puedo evitar citar la elocuente y famosa conversación entre Julio II y Miguel Ángel:
¿Cuándo vas terminar la Capilla Sixtina?", preguntó el Papa.
Cuando pueda, zanjó el genio.
Entradas, horarios y precios
Reserva online
Estando ante una de las atracciones más visitadas de la ciudad y con la dificultad que hay para entrar y conseguir reservas, lo mejor es que compres las entradas online con antelación dejando cerrado el día y hora de tu visita. La misma entrada que da acceso a los Museos Vaticanos. En este enlace puedes hacerlo fácilmente, así te aseguras plaza y evitas largas colas:
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Visita guiada
Tratándose de un lugar tan importante como este -pocos hay así en el mundo- Te recominedo hacer la visita con un guía experto que te descubrirá y te hara entender todo arte y la historia de la Capilla Sixtina, los Museos Vaticanos y la basílica de San Pedro. Además evitarás hacer las largas cola de acceso. Puedes reservar este tour aquí:
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De lunes a sábado de 9:00 a 16:00. Cierre a las 18:00. Cierra todos los domingos, menos el último de cada mes en el que la entrada es gratuita.
El Juicio Final: bonus extra
Si pensabas que ya te había contado todo sobre la Capilla más famosa del mundo, aun falta hablar de lo más importante, el Juicio Final. Lo que realmente convierte a la Capilla Sixtina en algo especial es, además de su altísimo grado de calidad artística y la presencia de obras de tantos genios de la pintura renacentista, es que Miguel Ángel remató la estancia con el Juicio Final, lo que nos permite apreciar la evolución del estilo pictórico del genio florentino.
Buonarroti ejecutó el fresco de la pared del fondo entre 1535 y 1541, más de dos décadas después de su primera intervención. Es el terrible Juicio Final con un estilo que anuncia ya el Manierismo, la evolución que tendrá el arte durante el XVI y que conducirá al Barroco.
Miguel Ángel, en el otoño de su vida, diseñó y pintó una escena que parece vibrar de vida y salir de la pared. Es un espectáculo para los sentidos que te deslumbrará.
Conclusión
Venir a Roma y no ver La Capilla Sixtina es como ir a Barcelona y no visitar La Sagrada Familia. No tiene comparación con algo parecido en todo el mundo. Debemos dedicarle el tiempo necesario, muchos visitantes pasan horas en esta estancia. Cuidado con los mareos producto de mirar tanto hacia todas direcciones. Aconsejamos descansar un poco en las bancadas laterales y volver a levantarnos después para continuar deleitándonos.
Cómo llegar
Metro: Cipro-Musei Vaticani, línea A.
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